domingo, 18 de diciembre de 2011

LA RUPTURA CONYUGAL

Es la disolución del vínculo matrimonial.


El matrimonio es un contrato y como tal desde el punto de vista legal puede cancelarse.

Es la pérdida de un proyecto, de un sueño y de la cotidianeidad. Además, está la pérdida de un estatus, porque aún en nuestra sociedad existe una marcada diferencia entre casados y separados.

El divorcio es una de las experiencias más difíciles de sobrellevar. Por eso resulta fundamental darse un tiempo de duelo antes de rehacer la vida sentimental.

Se  siente el vacío. El proceso del duelo que significa una separación, en términos de tiempo, no dura menos de dos años.

Hay variables que influyen fuertemente en el curso de un divorcio, como el nivel de madurez emocional que tenga cada uno de los involucrados, condición que ayudará a tener un divorcio civilizado. Esto porque existe una mejor relación entre la capacidad de reflexión y la emoción.

En términos estadísticos, las mujeres quieren más la separación que los hombres. Sin embargo, ellos establecen pareja, se casan y tienen otros hijos mucho más luego después de un divorcio. Esto tiene que ver con que culturalmente los hombres están menos preparados para vivir solos.

También ocurre que en la mayoría de las separaciones son las mujeres las que se quedan con los hijos. Eso significa que ella llega a su casa y hay niños que bañar, hay que darles comida, hay tareas que hacer, etc. Es decir, hay un mundo que no queda vacío porque hubo una separación. En cambio el hombre, que es el que habitualmente se va de la casa, llega todos los días a un lugar que está helado, donde no hay nadie y naturalmente ese vacío es más concreto.

Aceptar la separación es un paso delicado y difícil, no cabe duda, pero la situación será probablemente menos traumática si ambos cónyuges están de acuerdo. Así se seguirán respetando, porque han decidido por una sana convivencia .

       El grave problema surge cuando es uno de los cónyuges el que toma la decisión de separarse, mientras que el otro piensa que las cosas están donde deben estar. Esta persona, el abandonado, sufre intensamente, se siente culpable, se pregunta una y otra vez en qué ha fallado, y lo que es mucho más penoso, puede llegar a percibirse como inútil, desgraciado, falto de cualidades e incapaz de ser válido para otras personas. Su autoestima baja  y pasará algún tiempo antes de mirar al futuro con cierto optimismo.


       El cónyuge que abandona, suele ser una persona con objetivos claros, que confía en sí misma y confía en sus recursos de afrontamiento. La separación será un trámite doloroso, pero es percibida como el cambio idóneo para desarrollarse de forma más positiva.


       Por el contrario, la persona abandonada carece de norte y, tiene que comenzar a reconstruir su vida en contra de su voluntad.


       El sentimiento más doloroso que ha de combatir es la soledad que experimenta, es una soledad física y quizá psíquica. Habrá de crear nuevos hábitos y familiarizarse con ellos, los hábitos y las costumbres compartidos habrán pasado a la historia, surgirán nuevas necesidades y, por tanto, serán necesarias estrategias individuales para afrontarlas.




       El miedo ante una nueva forma de vida también puede dejarse sentir y es este miedo el que propicia sentimientos de añoranza, se añora el abrigo de la pareja, aun siendo ese abrigo escasamente confortable.

       Comienza una nueva vida y con ella un nuevo proyecto personal, habrá de buscarse nuevas ilusiones, nuevos quehaceres, y quizá nuevas amistades. El gusto y los intereses de cada cual terminarán por aflorar.
La independencia que se gana será incómoda al principio, pero no hay más remedio que aceptarla y sacarle partido. El tiempo también ayudará.

       Separarse es el principio de una nueva vida. Pero antes existe un duelo.




ETAPAS DEL DUELO

Muchos autores piensan que el duelo se desarrolla en 5 etapas o fases, con unas características definidas:

1ª etapa: Impacto y Negación.
2ª etapa: Conciencia de la pérdida.
3ª etapa: Conservación o Retraimiento.
4ª etapa: Cicatrización o reacomodo.
5ª etapa: Recuperación y sanación.

1ª etapa: Impacto y Negación


Sus características son: Incredulidad, confusión, inquietud, confusión, oleadas de angustia aguda (agitación, llanto, sensación de ahogo, respiración suspirante vació en el abdomen).


2ª etapa: Conciencia de la perdida (desorganización)

 

A medida que los síntomas y reacciones iniciales gradualmente pierden su intensidad y la persona acepta intelectualmente la nueva situación, comienza la segunda etapa. Ansiedad de separación, estrés prolongado, agresividad, impotencia, frustración, hipersensibilidad, trastornos del sueño, comportamiento de búsqueda, sentir la presencia del conyugue. En esta etapa llena de conflictos surge la culpa real o imaginaria, aparece con sentimientos y pensamientos de “SI HUBIERA . . .”La culpa puede tomar varias formas: Sentirse culpable . Auto acusaciones. Culpa fantasiosa. Recapacitar de lo ilógico que es sentir culpa por algo que no podemos cambiar y que no estuvo en nuestras manos hacerlo, disminuirá la culpa y allanara el camino para la resolución de un duelo sano.



3ª etapa: Conservación o retraimiento



Aislamiento, impaciencia, fatiga y debilidad, repaso obsesivo, apoyo social disminuido, necesidad de sueño, desesperación, desamparo, impotencia.



4ª etapa: Cicatrización o reacomodo



El doliente va dejando poco a poco su mundo emotivo y vuelve a tener una perspectiva, realiza un balance entre lo que ha perdido, lo que le queda y lo que ha aprendido. Características: Reconstruir la forma de ser, retomar el control de la propia vida, disminución gradual del estrés, aumento de energía física y emocional.



5ª etapa: Recuperación y sanación



En esta etapa retomamos el control sobre la vida. Es tiempo de dejar partir e iniciar nuevas relaciones. Se nos brinda la ocasión de ir al interior de uno mismo y descubrir los recursos profundos, pues el sufrimiento vivido conscientemente  es con frecuencia un estimulo para evolucionar y abrirse a los demás. Por eso es importante vivir a fondo las cuatro primeras etapas, antes de pasar a la quinta. El doliente esta ahora listo para perdonar y pedir perdón por las faltas y heridas que hayan marcado su relación. Esta también dispuesto a perdonarse a si mismo y a dar gracias al ausente por la experiencia que le ha heredado.

La experiencia de separarse implica desde el punto de vista psicológico la vivencia de un duelo por la necesidad de aceptar el fin de un proyecto común de vida de dos personas, ése que un día un hombre y una mujer hicieron con el fin de vivir juntos para siempre y en el que creyeron con todas sus fuerzas. La rabia frente a este quiebre será un sentimiento muy común y esperable en esta etapa, así como también la sensación de culpa. Por ello quien viva esta experiencia requiere apoyo y comprensión de su medio social ya que su conducta en el período inicial será, por lo general bastante errática y equívoca.

Diversos estudios señalan que el proceso de la separación con la siguiente cadena de crisis que produce dura alrededor de 3 años, aunque en muchos casos y sobretodo en los niños, si la situación no es bien manejada, puede ser de mayor duración. El primer año resulta el más difícil de sobrellevar debido a que se intenta reorganizar la vida familiar e individual.




Hombre y Mujer frente a la separación

Investigaciones en el tema y la experiencia demuestran que generalmente para la mujer es más duro que para el hombre enfrentar la separación en su período inicial. Esto porque frecuentemente es ella quien queda en el hogar viviendo con los hijos y debe readecuar todo su sistema de vida afrontando la ausencia del padre en la resolución de los problemas cotidianos. Además, generalmente aquella mujer que no trabajaba antes de la separación se ve obligada a hacerlo por la necesidad de aumentar los ingresos para el hogar.


Si la mujer, previamente a la separación contaba con independencia el pronóstico post separación será más favorables que aquella que su vida giraba en torno a ser “esposa” en que la sensación de angustia y vacío es más difícil de reparar.


Los hombres frente a la separación enfrentan la creencia popular de que viven en una eterna fiesta y que se llevan la mejor parte ya que recuperan su libertad completamente y pueden disfrutarla sin ningún obstáculo familiar. Sin embargo, los estudios y la experiencia demuestran que la angustia, la pena y las carencias son similares a las que vive la mujer incluso, a veces, peores por el distanciamiento de los hijos. También se debe recordar que en la gran mayoría de los casos es el hombre quien se va de la casa con el consiguiente apremio económico y estrés a que eso conlleva.


Los Hijos


La separación de una pareja es una situación de vida difícil y fuerte que de alguna u otra manera siempre va a afectar a los hijos. Las repercusiones de una separación dependerán de la calidad de vida previa y durante la separación, de la edad de los hijos, de la edad de los padres, el número de hermanos, del apoyo de la familia extendida (tíos, abuelos, etc.) y de otros grupos sociales como la religión, el colegio, la causa de la separación, etc. Si todo lo anterior es satisfactorio, el futuro de esos niños puede ser similar al de los hijos de matrimonios intactos y la herida de la separación puede cicatrizar de mejor forma.

Las consecuencias negativas en los hijos no se producen debido a la separación en sí misma sino a la forma inadecuada y disfuncional de vivir la separación. De ahí la importancia que los padres manejen esta situación considerando siempre lo mejor para los hijos y que logren, muchas veces con ayuda terapéutica, que sus conflictos como pareja no contaminen la relación con los hijos. No es raro observar cómo las parejas, movidas por su propio dolor y rabia, introducen a los hijos en el conflicto emocional y los utilizan para hacer daño a su pareja, ya sea negándole la posibilidad de contacto con el otro cónyuge, proporcionándole información negativa y que el niño no tiene la capacidad de procesar, etc, sin vislumbrar las profundas consecuencias que esto dejará en la personalidad futura de esos niños.


Etapas de la separación


Si bien es cierto cada proceso de separación es único y particular, hay ciertas etapas más o menos estructuradas por las que las personas afectadas pasan desde el punto de vista psicológico.


1. Fase de la Postergación

Corresponde a la etapa previa a la decisión de separarse que se caracteriza por ir posponiendo la determinación por muy variadas razones. Consiste en intervalos de conflictos en que la persona se siente impulsada a separarse y luego se arrepiente. Si durante esta etapa se lograra pedir ayuda o apoyo, probablemente la postergación tendría un sentido positivo en el sentido de encontrar una solución al conflicto. Si no, se convierte en interminable fuente de sufrimiento para los involucrados y para quienes conviven con ellos.

2. Toma de decisión


Rara vez la decisión es tomada conjuntamente por marido y mujer. Frecuentemente es uno de ellos quien llega primero a esa determinación, provocando mucho dolor y hasta sorpresa en el otro. Durante esta etapa se vive una depresión matrimonial en que todo se ve negro y destruido. Nada de la relación se percibe como bueno o rescatable. Generalmente se imagina que la vida matrimonial del resto es sin tropiezos y que los demás están mejor que uno. Cuando existe una relación afectiva extra conyugal se acentúa aún más este contraste.


3. La separación económica

Para algunos es una de las fases que genera mayores problemas y se refiere a la división de los dineros y las cosas. Generalmente no se cuenta con la tranquilidad emocional necesaria como para efectuar esta división sin conflictos ni injusticias.


4. La separación de la comunidad


Todos los matrimonios pertenecen en mayor o menor medida a una comunidad con la que se comparte socialmente como la escolar, religiosa, el grupo de amistades, etc. Resulta muy doloroso pero nada poco frecuente el hecho de que muchas de estas personas se abanderizan con una de las partes y rechazan a la otra, lo que genera mayor sensación de soledad y abandono.


5. En busca del tiempo perdido


La separación al comienzo puede significar para algunos una sensación de alivio y libertad profundamente anhelada por la desgastada situación matrimonial que se vivía. Se mira hacia atrás y se ve el pasado como un enorme “tiempo perdido”. Se vivencia una “segunda adolescencia” en que la persona se siente rejuvenecida, liberada y sus preocupaciones están centradas en sí mismas. El contacto con personas del sexo opuesto les da la satisfacción de sentirse atractivas y capaces de conquistar. Puede abusarse del alcohol, cigarrillos, drogas y también caer en promiscuidad sexual. Todas estas conductas son en parte otra manifestación más de la angustia y depresión que si son enfrentadas a tiempo se puede evitar caer en formas más autodestructivas de la persona.


6. La separación emocional


Independientemente de la calidad de vida matrimonial que se haya tenido, a lo largo de la historia de una pareja se va constituyendo un “nosotros” que en muchas áreas reemplaza al “yo”. La pérdida de este “nosotros” produce sensación de soledad, rabia y muchas veces culpa.


7. Arrepentimiento


En el primer año de separación ocurre una gran cantidad de arrepentimientos movido muchas veces por la sensación de soledad y vacío que se vivencia. Puede suceder que cuando llega la deseada libertad, muchos sienten miedo frente a ella. Se produce angustia y pena por haber perdido el esquema conocido, por no tener a alguien con quien compartir, reír, llorar, etc. A veces esta mezcla de sentimientos puede llevar a idealizar el pasado e intentar un reencuentro que tiene un dudoso pronóstico cuando está motivado por la dependencia de una de las partes.

8. El equilibrio o el estancamiento

Si el proceso de la separación se ha vivido funcionalmente y se ha alcanzado mayores niveles de conocimiento de sí mismo, madurez y desarrollo es posible que la persona logre nuevamente una sensación de bienestar, haya reorganizado su sistema de vida y se sienta seguro y satisfecho frente a sí mismo y el mundo.


Apoyo terapéutico


Consultar a un terapeuta después de un fracaso matrimonial permite elaborar adecuadamente lo vivido y a la vez estar mejor preparado para una nueva relación de pareja. Se pueden realizar terapias individuales y familiares. Además son muy adecuados los Talleres para Adultos Separados guiados por Psicólogos preparados en el tema.


Para SUPERAR UN DIVORCIO O SEPARACIÓN, debemos:


1. Aceptar las emociones que sentimos, algunas serán positivas y otras no, pero todas son nuestras y validas.
2. No te cortes a la hora de hablar, de llorar o de expresar tus emociones, por no exteriorizar los sentimientos negativos, estos no desaparecerán, todo lo contrario, hablar nos ayudara a darnos cuenta que todo forma parte de un proceso de sanación.
3. Es normal sentirnos algunas veces mejor y otras peor, pero no se trata de un retroceso, yo siempre digo el ritmo del cambio son dos pasos para adelante y uno para atrás, son normales los altos y bajos.
4. Es importante confiar en los recursos personales, para superar esta experiencia, tenemos todos los recursos para enfrentar la vida, la vida no se termina con una pareja, solo cambia.
5. Hay cosas que no tienen un “Por Qué”. Hacernos algunas preguntas trampas, es decir esas que no tienen respuesta, son una forma de quedarnos atrapados en el fango del los sentimientos negativos.
6. La culpa y el miedo, no son buenos compañeros de viaje. Si bien hay que reconocerlos como propios, no son los únicos sentimientos que tenemos para enfrentar la nueva vida. 




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